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La muerte del obispo San Martín, el 21 de julio de 1705, indica el término final del período correspondiente al espolio, o rentas y bienes o derechos y acciones, que estaban en pie y pertenecieron al finado, pero derivaban de los rendimientos que producía la mitra episcopal, y entonces empezaba otro instituto jurídico, la vacante de la sede. El espolio pertenecía a la Cámara Apostólica, desde la Baja Edad Media, y lo gestionaban desde la Nunciatura de Madrid, por medio de colectores. Inicialmente, a través de un procurador, dicho organismo pontificio empezó reivindicando los bienes y reclamando derechos de crédito que integraban el espolio, así como satisfaciendo algunas deudas del mismo, pero pronto se convenció de la dificultad de allegar todo aquello que pudiera pertenecerles, por el derecho de sucesión mortis causa. Esto hizo que se publicaran edictos en Madrid, para que en pública adquisición compareciera un comprador del bloque patrimonial, abonando a la Cámara Apostólica una importante suma de dinero, pero recibiendo a cambio un contrato de cesión global de todo el patrimonio, derechos y acciones, que se ejercitarían en nombre de dicha oficina pontificia pero en interés del adquirente, que fue el canónigo asturiano Luis de Mier y Noriega, aunque ello le produjo múltiples gestiones de reclamación procesal ante el Consejo de Castilla, con remisión final ante la jurisdicción eclesiástica
The death of Bishop San Martín, July 21, 1705, indicates the end of the period corresponding to the spolium, or rents and assets or rights and actions, which were in place and belonged to the deceased, but derived from the yields produced by the episcopal miter, and then another legal institute began, the vacancy of the headquarters. The espolio belonged to the Apostolic Chamber, from the Late Middle Ages, and managed it from the Nunciature of Madrid, through collectors. Initially, through a procurator, the papal body began claiming the property and claiming credit rights that were part of the espolio, as well as satisfying some debts of the same, but was soon convinced of the difficulty of gathering everything that could belong to them, by the right of succession mortis causa. This led to the publication of edicts in Madrid, so that in public acquisition a purchaser of the patrimonial block could appear, paying the Apostolic Chamber an important sum of money, but receiving in return a global assignment contract of all the patrimony, rights and actions, that they would be exercised in the name of said pontifical office but in the interest of the purchaser, which was the Asturian canon Luis de Mier y Noriega, although this led to multiple procedures for claiming before the Council of Castile, with final remission before the ecclesiastical jurisdiction
