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María Cruz Rozada Ardavin
Europa es el continente más urbanizado1, actualmente más de la cuarta parte de su territorio. Los espacios2 urbanos, si bien son catalizadores del crecimiento, innovación, conocimiento y actividad económica, presentan como contrapunto una amplia variedad de problemas sociales, medioambientales y económicos, hándicaps cuya superación se ha convertido en prioridad para la Unión Europea. El objetivo de estas políticas no es otro que contribuir a la mejora de la calidad de vida en las áreas urbanas, proponiendo para ello toda una batería de medidas, desde la renovación de infraestructuras anticuadas, a las actuaciones en el ámbito de la economía y el empleo, la lucha contra la exclusión social o la mejora del medio ambiente. La herramienta que ha de servir para lograr dicha meta en España, no es otra que la confección y puesta en práctica de las Estrategias de Desarrollo Sostenible Integrado, sucesoras en nuestro país de distintas iniciativas cuyos inicios3 se remontan a mediados de los años 904 tales como la Iniciativa Urbana, la Iniciativa Comunitaria URBAN5 o los Proyectos Pilotos Urbanos.
Dado lo novedoso de las EDUSI, el artículo compara y analiza dos Estrategias de otras tantas ciudades asturianas que han tenido éxito en la primera convocatoria6 logrando la ansiada financiación para sus respectivos proyectos.
