En sus habituales declaratorias de Patrimonio de la Humanidad, la UNESCO incluyó a Carlos Gardel (2003) y al Tango (2009) . Si bien ambas designaciones nos enorgullecen, tienen implícita una gran responsabilidad de quienes nos dedicamos al tema, como así también, de los legisladores que nos representan y trabajan en la protección y preservación del patrimonio cultural.
Por esa razón, el año pasado presenté en este mismo ámbito una situación de suma gravedad: la exposición pública de reproducciones de documentos atribuidos a Gardel (La Vidriera Irrespetuosa), que acompañé de un anteproyecto de Ley que propone la creación de un Registro de Coleccionistas que permita conocer la existencia y ubicación de documentos originales y su consecuente validación, evitando así la proliferación de “réplicas” que, en oportunidades, sólo contribuyen a desinformar y a tergiversar la historia.