Jesús López-Medel Báscones
La vigencia hoy de una Ley de Indulto de 1870 es algo que evidencia la perdurabilidad de los instrumentos del poder que se resisten a ser revisados. Este artículo introduce una reflexión sobre, cómo esta institución debe ser profundamente reformada, limitando las arbitrariedades, incrementando el control, restringiendo las causas, reduciendo al máximo la discrecionalidad, exigiendo una adecuada motivación y apostando por la proporcionalidad y la igualdad.