Nicholas Eberstadt, Hans Groth
En este artículo se examina la crisis demográfica que sufre la Federación de Rusia y sus repercusiones en la capacidad que tiene el Gobierno ruso (o de la población rusa a través de sus propios esfuerzos) para generar fondos suficientes que proporcionen un nivel razonable de seguridad económica en la vejez. Aunque la estructura general del perfil poblacional de Rusia es muy similar a la de otras sociedades más desarrolladas, tanto ahora como en los próximos decenios, Rusia afronta retos más importantes en términos de cobertura del envejecimiento de la población que los típicos Estados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Un factor que dificulta considerablemente el problema es que los ciudadanos rusos en edad de trabajar tienen actualmente muchos más problemas de salud y una mortalidad más elevada que los residentes de otros países con niveles similares – y, de hecho, incluso más bajos – de renta. A pesar de que los argumentos presentados se centran en las pensiones, los mismos factores que harán que sea difícil ofrecer pensiones adecuadas también significan que otros aspectos de la protección social serán igualmente difíciles de cumplir. El éxito de la política de seguridad social en Rusia, por lo tanto, dependerá de mucho más que de los programas sociales por sí mismos: será necesario reducir las tasas de mortalidad de las personas en edad de trabajar, revitalizar los estudios superiores y acometer una reforma básica de las instituciones del país y de las políticas económicas.