Este ensayo razona respecto a la manera en que el poder punitivo del Estado ha ido transitando de un modelo tradicional de criminalización secundaria a partir del etiquetamiento del desviado, hacia una forma refinada y sofisticada, que opera a partir del etiquetamiento de la víctima, para posteriormente criminalizar al victimario. Lo anterior, cuidando sigilosamente no trastocar los intereses económicos y políticos en juego. Para ello, se parte del análisis del delito de trata de personas, tan de moda últimamente y, aparentemente, de la más alta relevancia por parte del Estado mexicano por cuanto hace a su prevención, combate, sanción y erradicación.