Los entrecruzamientos entre multiculturalismo y feminismo son tensos y complejos. Para algunos, las demandas multiculturales no hacen sino mantener estructuras discriminatorias en las que las mujeres llevan la peor parte. Otros sostienen que, dado que el multiculturalismo reclama el reconocimiento de las diferencias, es la perspectiva idónea para deconstruir las operaciones de dominio ocultas tras la igualdad formal propugnada por el liberalismo. Nuestro propósito es argumentar a favor de una concepción deliberativa de la democracia, basada en una igualdad sustantiva y sensible tanto a las cuestiones feministas y de género, como a la categoría de reconocimiento, pilar del multiculturalismo, y que además sea compatible con un paradigma universalista de derechos morales.