Zbig, como era llamado, fue todo un símbolo, junto a George Kennan y el todavía vivo Henry Kissinger, del sofisticado proceso que hasta ahora ha sido la formulación de la política exterior de EEUU.
"Central Options in US Security Policy" (Final Grade: B). Durante el curso 1990-91, gracias a una beca Fulbright, pude matricularme en la asignatura que impartía Zbigniew Brzezinski en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins en Washington. Reencarnado como profesor estelar y prolijo autor tras su paso por la Casa Blanca, nos enseñó tres cuestiones fundamentales: a pensar en términos globales, a desarrollar capacidad analítica con la tortura de escribir la madre de todos los policy papers, y a respetar reglas, procesos e instituciones.
En sus clases, impartidas en un meticuloso inglés marcado por su imborrable acento polaco, aprendimos que la formulación de la política exterior de Estados Unidos tiende a ser el resultado de un profundo y elaborado debate intelectual. Con refinados planteamientos junto a la tensión entre valores e intereses que tradicionalmente ha marcado las relaciones del gigante americano con el resto del mundo. Por supuesto, nada que ver con el freak show diplomático que protagoniza la administración de Donald Trump.
Nacido en Varsovia el 28 de marzo de 1928, Zbigniew Kazimierz Brzezinski - un nombre tan difícil de escribir y pronunciar correctamente que quedó reducido a Zbig - fue también otro refugiado de la Europa conquistada por Hitler y Stalin. Su padre, Tadeusz Brzezinski, era un aristócrata y diplomático que había sido destinado en la Francia de anteguerras, la Alemania nazi, la Unión Soviética y finalmente en Canadá donde, al terminar la Segunda Guerra mundial, se convirtió con su familia en un exiliado más.
Tras frustrarse sus planes iniciales para estudiar en Reino Unido por restricciones de visados, el joven Zbigniew se matriculó sin apenas saber inglés en la Loyola High School de Montreal y "compensó" formándose en las mejores universidades de Canadá y EEUU (McGill University y Harvard, donde se doctoró con una tesis sobre la Revolución de Octubre) hasta convertirse en un brillante analista, concentrado sobre todo en la amenaza del comunismo soviético.
En lo personal, en 1956 adquirió la nacionalidad estadounidense. Un entusiasta del tenis, jugaba a diario con un estilo similar al de sus principios. Esto significaba, tal como ha explicado James Fallows, pelear siempre por todas y cada una de las bolas; empeñarse en que nadie aceptase como algo inevitable la dominación soviética del este de Europa; y mantenerse siempre escéptico de una distensión hacia Moscú al estilo Kissinger-Nixon.
Gracias a unas conexiones con el Partido Demócrata más conservador, empezó su vinculación política como asesor, tanto de John F. Kennedy como de Lyndon B. Johnson. Y en diciembre de 1976, el presidente Jimmy Carter le ofreció el puesto de consejero de Seguridad Nacional. Una posición de máxima confianza dentro de la Casa Blanca que él prefirió a la secretaría de Estado, por su afán de ser lo más efectivo posible. Brzezinski protagonizaría un pulso constante con el responsable del departamento de Estado, Cyrus R. Vance, quien terminó marchándose en 1980 ante tantas diferencias insalvables. El presidente Carter justificó su preferencia diciendo que "Zbig me mandaba 10 ideas cada noche y tenía suerte si me llegaba una sola idea en un mes procedente del departamento de Estado".