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El tercer trimestre de 2016 apunta, a la luz de los indicadores disponibles, hacia una cierta ralentización de la actividad económica, aunque con un reflejo limitado en el ritmo de creación de empleo. Dicha ralentización procedería del menor crecimiento de la demanda nacional, mientras que desde la perspectiva de la oferta la desaceleración estaría afectando fundamentalmente a la industria. Estos síntomas vendrían así a confirmar las tendencias detectadas en el segundo trimestre del año, en el que la caída del consumo público y la moderación del consumo privado dieron lugar a un acusada desaceleración de la demanda interna que, sin embargo, se vio compensada por una aportación positiva del sector exterior y, en particular, de las ventas de bienes y servicios no turísticos. Para el resto del año, se prevé que la economía española siga creciendo a un ritmo sostenido que podría alcanzar en promedio del ejercicio un 3,1%, prácticamente el doble del conjunto de la eurozona. No obstante, las señales de debilitamiento detectadas en los últimos meses llevarían a una ralentización del crecimiento en 2017, más acusada de lo previsto con anterioridad, situando la previsión en un 2,3%. A medio plazo, y bajo el supuesto de unas políticas sin cambios significativos, la economía convergería hacia su potencial para situarse en un 2% en 2020 y una tasa de paro del 14,3% en ese mismo año
