El tráfico marítimo está determinado por el crecimiento económico global y por la necesidad de soporte del comercio de mercancías. La contribución de cada país varía según las regiones y los tipos de carga, lo que refleja, entre otros factores, las diferencias en las estructuras productivas, la composición del comercio, los niveles de urbanización o el grado de integración en las redes transnacionales y en las cadenas de suministro global. Alrededor de cuatro quintas partes del comercio mundial de mercancías se transporta por vía marítima, un volumen que en 2014 equivalía a 9.840 millones de toneladas. España, por su parte, es el país de la UE que cuenta con mayor longitud de costa y por sus puertos pasa cerca del 60% de las exportaciones y el 85% de las importaciones.
El sistema portuario español representa el 1,1% del PIB, generando de forma directa 35.000 empleos y otros 110.000 de forma indirecta. Este trabajo aborda las estrategias de los agentes marítimo-portuarios en un contexto marcado por una fuerte competencia internacional, una sobrecapacidad de flota e instalaciones, un coste de transporte volátil y difícil de anticipar, interacciones en la modalidad, y bruscas modificaciones regulatorias