Los archivos históricos son percibidos por la ciudadanía y los legisladores como meros depósitos finalistas de documentación, donde todo acaba y queda inerte. Es necesaria una transformación en los archivos históricos para no caer en la brecha digital y convertirse en museos de papel. Para ello será necesario adoptar diferentes medidas: la preservación digital a largo plazo debe gestionarse en su totalidad desde el archivo histórico; el archivo histórico debe participar activamente de la gestión documental, desde el nacimiento de los documentos; la documentación de los portales de transparencia, al tratarse en su ayoría de documentación esencial, debe gestionarse desde el archivo digital y el archivo histórico; es necesario un cambio de mentalidad, pensar en qué quiere el usuario y cómo necesita recuperar la información, y a partir de ahí formular las necesidades, como la datificación y la interdisciplinariedad.