Tras el fiasco del referéndum sobre el «Brexit», David Cameron fue sustituido por Theresa May, que, no sólo lo ha apoyado con firmeza, sino que se ha pronunciado por su versión más radical: rechazo del mercado único, de la libertad de movimiento de personas y de la jurisdicción del TJUE. El Tribunal Supremo ha obligado a la Primera Ministra a obtener la venia del Parlamento para invocar el artículo 50 del TUE con el fin de iniciar el proceso de desconexión de la Unión. Sorprendentemente, la Cámara de los Comunes �que se había mostrado favorable a la permanencia- ha dado su anuencia por muy amplia mayoría. El Gobierno ha publicado un anodino Libro Blanco sobre la «Salida del Reino Unido de la UE», que presagia, no ya una separación amistosa, sino un divorcio en discordia que causará graves perjuicios a ambos cónyuges.