Rosario Román Pérez
Desde tiempos inmemoriales la historia había sido oral. La transmisión de saberes, ideas, conocimientos había tenido como vía la oralidad permitiendo con ello la producción y reproducción de las diferentes culturas. Con el surgimiento de la escritura, los avances de la modernidad y el predominio de visiones cientificista sobre la producción del conocimiento, las fuentes orales fueron vistas con reticencia y sometidas a fuertes críticas. Se les acusó, particularmente, de ser fuentes secundarias impregnadas de subjetividad por un supuesto involucramiento emotivo de quien recaba la información. Pese a ello, los testimonios orales han sido, durante mucho tiempo, la materia prima de disciplinas como la historia, la antropología o la filología, por mencionar algunas.