¿Cuál será la forma y el contenido del orden mundial en el siglo XXI? El recorrido de Kissinger por 2.000 años de relaciones internacionales resulta demasiado rígido a la hora de alumbrar un nuevo sistema.
La mayor parte de las reseñas que se han publicado sobre el último libro de Henry Kissinger, Orden mundial, coinciden en que resume con claridad sus ideas acerca de las relaciones internacionales. El profesor Karl Kaiser de la Universidad de Harvard, discípulo y amigo de Kissinger, está de acuerdo con esa interpretación y, al ser preguntado por su opinión sobre el libro, comenta que sería "el que recomendaría a quien quisiera ver el mundo a través de los ojos de Henry y en pocas páginas".
Kissinger dejó su marca como académico en una generación de politólogos e internacionalistas. Fue el fundador, con Robert Bowie, del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard, lugar desde donde se escribe esta reseña. Asimismo, sus años en las administraciones de Nixon y Ford marcaron una época en la política exterior americana, con un legado de polémicas y éxitos.
Tal vez el éxito más significativo sea la restauración de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y China, que culminó con la legendaria cumbre de 1972 entre Nixon, Zhou Enlai y Mao Zedong en Pekín. Entre sus decisiones polémicas, se encuentran el bombardeo de Camboya, en 1969, con la intención de debilitar a los Jemeres Rojos y a elementos del Viet Cong con presencia en el país, y el apoyo al golpe de Estado del general Augusto Pinochet en Chile en 1973.
Kissinger pretende con Orden mundial abordar la que él considera la cuestión central de nuestro tiempo: la forma y el contenido del orden mundial del siglo XXI. Para responder a esa pregunta, el autor mira al pasado y subraya los contornos de órdenes anteriores, ya que estos pueden ayudar a entender lo que deparan las próximas décadas. Los distintos casos de relevancia que destaca Kissinger tienen, a su parecer, una doble manifestación: un marco normativo que rige las relaciones internacionales y una distribución de fuerzas que lo sustenta. Ese binomio, que él denomina de legitimidad y poder, es la piedra angular de los distintos órdenes globales que han existido.
Con el objetivo de identificar los ejemplos históricos relevantes, y fiel a su estilo enciclopédico, Kissinger recorre 2.000 años de historia y cubre la práctica totalidad de la geografía mundial. Nos lleva desde los orígenes del islam hasta la fundación de Estados Unidos, pasando por la Europa de la Reforma y destila la esencia de dos milenios de política exterior china.
La conclusión fundamental de ese recorrido es que han existido, y en cierto sentido siguen existiendo, cuatro grandes modelos de orden global: el orden westfaliano europeo con los conceptos de soberanía nacional y equilibrio de poder como ejes centrales; el modelo islámico de régimen religioso global; el orden global chino que posiciona al "Reino del Medio" en el centro cultural y político de la comunidad internacional y; en último término, el orden global americano, basado en la creencia en ciertos valores y derechos inherentes al hombre y en la superioridad, práctica y moral, de la democracia como sistema de gobierno. Kissinger considera que estos cuatro modelos son globales porque tienen vocación de generalidad y se constituyen en auténticos códigos de conducta internacional.
Las cuatro cosmovisiones (término que no utiliza Kissinger pero que tiene un significado análogo al concepto de orden global), difieren en cuanto a aspectos básicos de la comprensión del mundo. Las diferencias son sustantivas, pues afectan a la forma en que los poseedores de cada una de ellas abordan la realidad que les rodea, bien a través del prisma de lo objetivo y empírico, o bien a través de lo subjetivo y teológico. Esas diferencias se manifiestan (esto es lo que realmente interesa a Kissinger) en la forma que han dado a las sociedades en las que son hegemónicas y en sus pretensiones a la hora de definir el orden internacional.