La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa es un reflejo de los temores históricos del país a ser destruido o aislado. Para evitarlo, debe hacer frente a las amenazas externas e internas, percibidas o reales. Hay que volver a la "madre Rusia" y fortalecerla.
El 31 de diciembre de 2015 se aprobó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa (ESNFR), documento de máximo nivel que define, de manera clara, la visión y posición del país en un aspecto tan vital como es la seguridad. La seguridad cuenta con unos componentes objetivos - control físico de las fronteras, capacidad de respuesta militar ante las amenazas, garantizar un umbral mínimo de estabilidad para la población, etcétera - pero presenta también un componente subjetivo significativo pues, al fin y al cabo, la seguridad, en un sentido y acepción amplia, es una percepción. Y ante esa sensación - o realidad - cada persona, líder del grupo o de la nación, si quiere ser dueño de su destino, adoptará las medidas necesarias para que esa realidad o percepción pase a ser favorable a sus necesidades, a sus deseos o, simplemente, responda a sus temores o fantasmas. Con razón o sin ella.
Rusia ha vuelto Desde la caída del muro de Berlín en 1989 - ese hito tan lejano geográfica y mentalmente para unos y tan próximo y vívido para otros - y la disolución de la Unión Soviética, esa Rusia que constituía el núcleo de la misma pasó una década aciaga en la que la antigua y orgullosa nación de los zares dejó de contar en la esfera internacional, mientras contemplaba como sus ejércitos y maquinaria bélica se oxidaban y se descomponían y, lo que era más grave, como en otras ocasiones en su historia, perdía su rumbo. Sin guía, Rusia era de nuevo saqueada y rota por sus adversarios, por sus enemigos, por todos aquellos que siempre la han temido y que anhelan acabar con ella. Si esto constituye un hecho o una percepción, ¿realmente hay diferencia? Vladimir Putin emerge en este entorno de debilidad, de revuelta, de caos, situación que tantos temores ha suscitado siempre en la psique rusa. Y Putin es el "nuevo zar", el nuevo "padrecito" que tiene, como él mismo señala, una misión: "salvar a Rusia"