Karl-Heinz Kamp
Tan importante como el orden del día de la cumbre de Varsovia de la OTAN serán las dos cuestiones que se abrirán a continuación: la estrategia de futuro hacia Rusia y el papel de la disuasión nuclear.
Posiblemente, los futuros historiadores considerarán 2014 como un punto de inflexión para la política de seguridad internacional comparable de forma fundada con las repercusiones trágicas del 11 de septiembre de 2001. Al igual que los atentados terroristas del 11-S, que cambiaron las prioridades de la política de seguridad y defensa no solo en Estados Unidos, sino en muchas zonas del mundo, los movimientos expansivos de Moscú en Europa del Este han alterado profundamente las percepciones y las estrategias en el ámbito euroatlántico y fuera de él. Además, la seguridad y la estabilidad en las regiones vecinas del sur de Europa también ha cambiado, debido a la proliferación de la violencia islamista que ha destruido prácticamente el orden interno en amplias zonas de Oriente Próximo y el norte de África (MENA, por sus siglas en inglés).
En consecuencia, la OTAN se encuentra de nuevo en el ámbito del Artículo 5, en el que la razón de ser de la Alianza es, ante todo, la defensa territorial contra la amenaza militar de Rusia, tal como se estipula en el mencionado apartado del Tratado del Atlántico Norte. Al mismo tiempo, los Estados miembros de la OTAN se ven enfrentados cada vez más a la violencia islamista y a la afluencia de refugiados, unos desafíos para los que una alianza de la defensa como es la organización no parece lo más indicado. Por consiguiente, la política de seguridad transatlántica de 2016 presenta un panorama muy diferente de lo que se preveía en 2014.
Entre el 8 y el 9 julio de 2016, los jefes de Estado y de gobierno de la OTAN se reunirán en Varsovia para decidir cómo afrontar los retos sobre seguridad que se avecinan. Será la segunda cumbre tras el regreso de Rusia a la política imperialista al estilo de la guerra fría. Ya en septiembre de 2014, los líderes de la Alianza demostraron en Gales su unidad y determinación contraria a la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia, y acordaron un buen número de medidas militares y políticas agrupadas bajo la cabecera "Plan de Acción Rápida" (RAP, por sus siglas en inglés). Al mismo tiempo, la OTAN adoptó medidas para dar respuesta a las amenazas procedentes del Sur. En Varsovia, la organización seguirá desarrollando sus recursos disuasorios y defensivos frente a los peligros que se avecinan y transmitirá seis mensajes fundamentales.
El primero es que no habrá ninguna desavenencia Este-Sur que paralice la agilidad y la adaptabilidad de la Alianza. Dado el doble desafío que suponen Rusia en el Este y la desintegración y el caos en el Sur, se han producido intensos debates entre los aliados orientales y meridionales sobre las prioridades, los cometidos y los recursos de la OTAN. ¿Hay que concentrar la capacidad militar sobre todo en Europa del Este, o tiene la Alianza un papel militar también en el sur del Mediterráneo? ¿Deben mostrar los miembros de Europa del Este un mayor compromiso para resolver la cuestión de los refugiados si esperan, al mismo tiempo, la solidaridad de sus aliados del Sur en caso de una agresión rusa? Estos debates posiblemente perjudiciales podrían distenderse en los próximos meses. Tras lograr ponerse de acuerdo rápidamente sobre la misión de control de la emigración en el mar Egeo y sobre el entrenamiento de las fuerzas de seguridad iraquíes, la OTAN ha demostrado su utilidad también en los problemas del Sur. Por tanto, Varsovia lanzará un mensaje de cohesión y unidad.
El segundo es que los compromisos de Estados Unidos con Europa siguen siendo sólidos y fiables. Al contrario de lo que se temió a raíz del anuncio, a principios de 2012, de un "giro hacia Asia" por parte de Washington que implicaría una desvinculación estadounidense de Europa, EEUU se apresuró a demostrar su disposición a defender a los aliados europeos. El nuevo despliegue de una tercera brigada de combate en Europa, la contribución a los cuatro batallones que se estacionarán en el mar Báltico y en Polonia, y la aportación de 3.400 millones de dólares a la Iniciativa de Refuerzo de la Seguridad Europea son señales claras del compromiso de EEUU con la OTAN. Estas iniciativas han acabado con el debate en la Alianza sobre si los despliegues de tropas en Europa del Este deben ser permanentes o rotatorios (ya que, hasta ahora, el Acta Fundacional OTAN-Rusia prohíbe la presencia estable de la Alianza en el este del continente). En Varsovia se anunciará una "presencia persistente mejorada" que garantice que, en cualquier momento, un número significativo de fuerzas aliadas - principalmente estadounidenses - se puedan desplegar en Europa del Este para que el mensaje disuasorio de la organización sea creíble