Mientras las tensiones de Bruselas con las compañías tecnológicas de EEUU se suceden, los europeos aún no han decidido qué industria digital impulsarán. El riesgo de quedarse fuera de juego es alto.
Las revelaciones sobre la vigilancia de Internet y el control de las comunicaciones de algunos líderes europeos por parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos han enfrentado a las capitales europeas y a Washington en los últimos tres años. Las desavenencias proceden, entre otros motivos, de las acusaciones por parte de Washington de que la Comisión Europea está injustamente dirigiendo sus investigaciones hacia empresas tecnológicas estadounidenses y de la decisión del Tribunal de Justicia de la UE de invalidar el régimen "puerto seguro". Ambos hechos han creado niveles de tensión nunca antes vividos en el ámbito digital entre los dos grandes actores del Atlántico.
Las tensiones digitales Las investigaciones llevadas a cabo por las instituciones comunitarias respecto al funcionamiento en el mercado europeo de las grandes empresas tecnológicas de EEUU como Google o Amazon llevaron al presidente Barack Obama a afirmar de manera categórica en febrero de 2015 que "a veces sus proveedores [europeos] de servicios, que como ustedes saben no pueden competir con los nuestros, están esencialmente tratando de establecer algunos obstáculos para que nuestras empresas no puedan operar efectivamente ahí (�) Hemos sido los propietarios de Internet. Nuestras empresas lo han creado, ampliado, perfeccionado de manera que ellos no pueden competir".
En abril de 2016, la Comisión Europea remitió un pliego de cargos a Google en el que fundamentaba que la empresa había abusado de su posición dominante como proveedor de servicios de búsqueda en el mercado europeo. Bajo esta premisa, la conclusión preliminar ha sido que Google habría infringido las normas antimonopolio de la UE. Esto se suma a una larga lista de investigaciones sobre el comportamiento de la compañía en relación al sistema operativo de Android, así como las preocupaciones acerca de la copia de contenidos web de sus rivales, la exclusividad publicitaria y las restricciones indebidas a los anunciantes.
Aparte de a Google, Bruselas está investigando a Amazon por sus acuerdos de distribución de libros electrónicos, y ha puesto bajo la lupa las políticas de privacidad de Facebook en varios Estados miembros. Apple y Amazon tienen un expediente abierto por sus acuerdos en materia fiscal. Todo esto ha llevado al secretario del Tesoro de EEUU a acusar a la UE de dirigir sus acciones frente a la evasión fiscal solo hacia empresas estadounidenses, mayoritariamente tecnológicas.
Los casos abiertos en Bruselas sobre las prácticas de las compañías tecnológicas estadounidenses en Europa no son el único ejemplo del incremento de las tensiones entre ambos socios. La decisión del Tribunal de Justicia de la UE de invalidar el acuerdo que permitía el intercambio de datos entre Europa y EEUU, conocido como Safe Harbor (puerto seguro), en vigor desde 2000, causó gran rechazo en Washington y demostró que existen diferentes puntos de vista sobre la manera de proteger los datos personales. Desde entonces, se ha intentado encontrar una nueva solución para los flujos de datos transatlánticos. Así, en febrero de 2016, se creó el llamado Privacy Shield (escudo de privacidad), que impone mayores exigencias a las compañías estadounidenses para la protección de los datos de los ciudadanos europeos. Las negociaciones aún no han concluido y el Parlamento Europeo solicitó a finales de mayo que la Comisión Europea "prosiga el diálogo con el gobierno de EEUU a fin de negociar nuevas mejoras en el Privacy Shield teniendo en cuenta sus actuales deficiencias". Está por ver cuándo habrá un texto final y cómo se desarrollarán las negociaciones.