La explotación agraria de los recursos naturales es un factor vital para cualquier sociedad en todo momento. Adquiere carácter más trascendental en tiempos y períodos de difícil coyuntura económica en los que el uso y aprovechamiento efectivo y eficaz de la tierra es capital para la supervivencia social, y generadora de conflictos relacionados con su control y titularidad. A este carácter económico, actualmente se adhiere la preocupación palpitante por el compromiso de la gestión global e integral de los recursos naturales con parámetros de sostenibilidad ecológica, de los ecosistemas en particular, y de la preservación de la biodiversidad y de los equilibrios ecológicos en general.