La tendencia de la evolución de los ingresos de la Seguridad Social es preocupante. Las causas hay que buscarlas en la reducción progresiva de los ingresos, debido al insuficiente número de cotizantes, a las bajas bases de cotización y al desvío de los fondos de la Seguridad Social para fines que le son impropios, como la financiación de las políticas de empleo. Hemos escuchado reiteradamente -con razón- que lo que ha entrado en crisis no es la Seguridad Social, sino el sistema económico. La cuestión central del debate no debe ser cuánto y cómo reducir las pensiones para poder pagarlas, sino cómo deben mejorarse los ingresos para que las pensiones puedan calificarse de justas, a través de diferentes medidas, como el establecimiento de un impuesto específico o a través de aportaciones del Estado.