La Primera Guerra Mundial, con 6.400 muertos diarios entre los militares �el doble si se añaden los civiles�, fue una de las más sangrientas de la historia. Para poder continuar, los soldados franceses se refugiaron a menudo en el alcohol, promovido por sus círculos dirigentes, que se aseguraban de que nunca les faltara �pinard� (vino fuerte). Así pues, el vino, adornado con todas las virtudes, ganó en unos años el estatus de brebaje patriótico.