La construcción de la Unión Europea ha afrontado en los últimos diez años importantes retos: el fracaso de la proyectada Constitución, la crisis financiera, la crisis del euro, la crisis de los migrantes, el resurgir con fuerza del nacionalismo, o la puesta en cuestión de valores intrínsecos a la Unión, como la libre circulación de personas. En este entorno, los derechos de ciudadanía, incluyendo un buen nivel de protección de la salud, y el análisis de cómo garantizarlos para todos han dejado de ser una prioridad. La sanidad en la Unión Europea en 2016, más allá de la retórica, es percibida como un coste que puede poner en riesgo los equilibrios fiscales, y de ahí su creciente peso en los debates sobre el proceso de gobierno económico, el conocido como Semestre Europeo.