La dirección financiera de las empresas evolucionará de forma intensa en los próximos años. Se observa una clara tendencia hacia una mayor involucración en la gestión estratégica de la empresa formando y asesorando a los demás departamentos, etc.; en definitiva, creando valor añadido. Además la nueva moneda europea provocará la desintermediacíón y la búsqueda de financiación en mercados organizados. Los medios de pago avanzarán en su eficacia por la evolución de las tecnologías y se producirá una centralización de las tesorerías.