El inicio del año ha sido especialmente adverso para los bancos europeos en términos de pérdida de valor de sus acciones y de otros instrumentos financieros emitidos en los mercados, especialmente todos aquellos susceptibles de absorber pérdidas en caso de resolución. El motivo se debe a una peligrosa combinación entre un entorno de negocio extremadamente debilitado –nulo crecimiento, con tipos de interés en cero o incluso negativos– y la entrada en vigor de unos cambios regulatorios que alteran de forma radical el esquema de absorción de pérdidas en caso de resolución bancaria, y que imponen serias limitaciones al pago de dividendos y/o cupones a los instrumentos financieros emitidos por los bancos. En nuestra opinión, no es tanto la emergencia de ese nuevo marco regulatorio, sino las incertidumbres existentes en cuanto a su efectiva aplicación lo que el mercado ha penalizado, especialmente en ese contexto macroeconómico escasamente favorable al negocio bancario. El comportamiento diferencial de la valoración bursátil de los bancos de algunos países, como Alemania e Italia, tiene mucho que ver con los cambios e incertidumbres sobre la regulación bancaria.