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La Historia Oficial denigró a los representantes del federalismo que propiciaban un proyecto nacional y la práctica de un modelo de desarrollo autónomo. Para ello recurrió en forma sistemática a la construcción de ideas falaces. Así modelaron las figuras de un San Martín “Padre de la Patria” pero lavado de ideología, de un Rivadavia estadista “adelantado a su tiempo” y de un Sarmiento maestro “Padre del Aula”.
Este artículo ofrece algunos testimonios que sostienen que Domingo Faustino Sarmiento fue ciertamente un maestro, pero lo fue en el arte de la mentira.
El mal llamado “Padre del aula” no fue más que una pieza útil en un sistema corrupto que ejecutó el plan de matanza de miles de seres humanos para consolidar la hegemonía de una élite nativa que manejó el Estado a su arbitrio y conveniencia y dispuso la entrega de nuestros recursos naturales con la consiguiente pérdida de la independencia económica de nuestro país.
