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Enrique Giraldo Zuluaga
De la Numidia feraz y ardiente, brocheada en el siglo de Agustín de Tagaste por los destellos de una nueva fe, surge al abrigo amoroso de Mónica, Santa esposa de Patricio, la inteligencia colosal que dio a la Iglesia de Cristo la sistematización teológica y a la humanidad la ruta segura de sus destinos. Transcurre su brillante existencia en Medaura, Cartago la espléndida, Roma la eterna y Milán, escenario de valor, de sabiduría, de la humildad y la grandeza de Ambrosio el Santo, para disiparse físicamente en Hipona, precisamente en la época en que los Vándalos golpeaban a sus puertas, y colocarse en el sitio de la inmortalidad espiritual e histórica. (…)
