En treinta años, el islam se ha convertido en una realidad presente en Europa, iniciada por la descolonización e impulsada luego por las necesidades de la industria de la posguerra y, finalmente, por el desarrollo económico del sur de Europa a partir de la década de 1990. Últimamente, la opinión pública europea ha cobrado conciencia de una terrible realidad, debida a la radicalización de algunos musulmanes residentes en Europa. Cabe señalar que quienes han abrazado con mayor ardor la violencia islamista suelen carecer de cultura religiosa y no pertenecen a ninguna comunidad. La pregunta que se plantea ahora es: ¿cómo debemos afrontar la radicalización del islam? Cada país debe definir su propia respuesta según su cultura política y sus condiciones específicas