Miguel Pappenheim
Estamos ante un nuevo escenario. Partiendo de la premisa de que todo aquello que no evoluciona está destinado a desaparecer, en el mundo de los abogados, siempre existe la equivocada disyuntiva entre ser un profesional del derecho o un empresario del mundo jurídico. ¿Por qué hay que elegir? El sector tiene ya perfectamente asumido que los despachos profesionales deben gestionarse también, y además, con criterios empresariales. Hay que ser los dos: un profesional en la calidad del trabajo y un empresario en la visión del mercado. En definitiva, ambos perfecta y necesariamente complementarios. Ya no es nuevo que un socio, además de su cartera de clientes, necesite generar negocio. Pero lo que sí ha cambiado es la forma en la que se consiguen esos clientes.