Raúl Sergio González Návar
Los nuevos colectivos y actores sociales que aparecen demandando la atención de la sociedad y el Estado conforman un complejo escenario que da pie para hacer una reflexión del quehacer profesional del Trabajo Social, en la idea de construir nuevos modelos de investigación y líneas de acción que permitan enfrentar los estragos causados por las sucesivas crisis económicas y sociales de nuestro país; para ello es necesario proponer estrategias alternativas comprometidas con los grupos excluidos y discriminados, impulsando proyectos progresistas y democráticos que puedan reflejarse en prácticas profesionales concretas. La pregunta es: ¿será posible un Trabajo Social crítico desde las políticas sociales actuales del Estado mexicano? Delimitamos ese espacio público, porque desde la academia y las organizaciones de la sociedad civil, es evidente que se tiene mayor libertad y cobertura para generar prácticas diferentes a las tradicionales, y se pueden impulsar acciones de apoyo a las causas ciudadanas y la participación social (lo cual, por cierto, no sucede con frecuencia). Al contrario, en las entidades gubernamentales y los espacios privados como las empresas y las fundaciones filantrópicas de las grandes corporaciones, los programas tienen objetivos asistenciales que pueden hacer pensar que un trabajo crítico es difícil o imposible de realizar