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Desde el fin de la segunda guerra mundial, y ante la necesidad de “manejar” situaciones siempre más complejas que las generadas por aquella, apareció una nueva manera de dirigir, dedicada al cumplimiento de tareas cuyos parámetros, en términos de riesgos, de costos, de plazos y de novedad son particularmente críticos. Fue en Dupont-USA y en la USA-Navy donde se vio aparecer, entonces, lo que se ha llamado la “gestión de empresas por programa”. Era, ante todo, confiar a la autoridad de un “super-gerente” la conducción total de una actividad que debía desembocar en un resultado extremadamente preciso en el cuadro de las precisiones de costos-plazos-exigencias técnicas igualmente precisas. Surgió entonces una pregunta a la cual no se cansa de buscar respuesta ¿Cuál es el género de gerente más adecuado para llevar a cabo el cumplimiento de tales tareas?, sabiendo que se trata de “tareas” que implican aptitudes y habilidades cuya importancia es tan determinante bajo el aspecto técnico o económico como empresarial y humano ¿Se trata de la combinación temporal de ciertas cualidades en ciertas personas o de la emergencia de un verdadero nuevo “oficio”? Es examinando lo que “dirección de proyecto” quiere decir y lo que son hoy las grandes tendencias basadas en “administración eficaz” que yo propongo tratar de encontrar respuesta a una pregunta que parece conducir directo al análisis de un verdadero oficio.
