El artículo examina las diferentes acepciones del concepto de exclusión social y de desigualdad para luego discutir su utilidad para pensar el caso argentino. No hay dudas que desde el golpe de Estado de 1976, y sobre todo desde las reformas de los 90, la sociedad argentina se tornó más desigual y fragmentada. Sin desmentir esta evolución general, el artículo propone observar algunas tendencias que, en el mismo período, operan en el sentido contrario: la expansión de la cobertura educativa, el mayor acceso de los sectores populares al consumo y la persistencia de la movilidad social ascendente, aunque limitada. La idea es que es necesario elaborar un cuadro más completo de la estructura social que dé cuenta de estos matices y complejidades.