La acción de jactancia es una reminiscencia antigua que aún hoy pervive en nuestro ordenamiento jurídico. Su invocación ante los tribunales ha sido reconocida por el Tribunal Supremo en numerosas ocasiones, si bien delimitando siempre su esfera de actuación, que es la propia de una acción personal, cautelar y de condena; cuyo único fin consiste en compeler a quién se jacta de ostentar un derecho contra otro, a que interponga demanda en breve plazo �demostrando la veracidad de aquello de lo que alardea- o guarde estricto silencio en el futuro.