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El artículo analiza la respuesta punitiva que ofrece nuestro CP, a las conductas reprochables del fraude en el deporte profesional. El autor considera que dichos comportamientos fraudulentos se dan con más frecuencia de lo que uno se imagina y se sorprende de que la jurisprudencia (mayor o menor) al respecto sea casi nula. Nuestro CP no contempla, conductas criminales que están de moda, como el fraude de las apuestas por Internet interviniendo como actores, los intervinientes en una cancha de balompié. Se ha desaprovechado (de nuevo) una oportunidad de oro en el nuevo anteproyecto del CP, para castigar dichos actos mendaces.
