La miseria y el sufrimiento fueron cotidianos en la retaguardia y son la principal característica de la Primera Guerra Mundial. Destaca sobremanera el número de víctimas: ocho millones abatidos en los frentes y alrededor de otros seis millones de heridos, que quedaron discapacitados tras la contienda. Eran jóvenes y eran obreros, sobre todo campesinos, por lo que la clase trabajadora es la que más sufrió los efectos de la guerra. Eso produjo sus consecuencias en el movimiento obrero y en la Segunda Internacional, que se dividió entre los socialdemócratas que abandonaron la tradición pacifista e internacionalista y tomaron posición a favor de sus gobiernos y los socialistas antibelicistas que se opusieron a la guerra.