Este artículo analiza la migración de la mujer andina en el contexto europeo en función a dos ejes analíticos: por un lado, la colonialidad del poder; y por otro, y la interseccionalidad de género.
Se intenta explicar, desde el campo de la antropología, por qué estas migrantes siguen trayectorias migratorias distintas, ocupan nichos laborales y lugares de socialización específicos, y por qué no constituyen un grupo migrante homogéneo en la sociedad receptora. Se sugiere que la racialización y posición social de estas migrantes se relaciona con imaginarios y jerarquías producidas a través de la expansión patriarcal colonial europea aún vigentes en el sistema colonial/moderno de género.