Las ciudades deben configurarse como entornos amables donde lo local y lo global se den la mano. Desde el Gobierno de la ciudad se debe trabajar para favorecer una ciudadanía democrática, donde los servicios públicos contribuyan a la igualdad y al bienestar social. La socialdemocracia debe contribuir a desarrollar ciudades inteligentes, que son espacios capaces de resolver las necesidades del ser humano y que tienen que ver con la supervivencia, el disfrute y la vinculación social, contribuyendo a la ampliación de las necesidades vitales satisfechas.