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En el proceso de definición del nuevo régimen político del Principado, Augusto contó con la valiosa y leal colaboración de Marco Agripa, brillante militar y eficaz servidor público. La atribución de poderes tradicionales republicanos a Augusto y Agripa, como el imperium proconsulare y la tribunicia potestas, mantenían la apariencia de una Res publica restituta, cuando en realidad se estaba gestando un sistema autocrático, en el que Agripa llegó a posicionarse como un corregente.
