¿La desintegración de la Unión Soviética estimula la proliferación de armas nucleares? ¿Existe la posibilidad de que sean empleadas en un conflicto civil entre las antiguas repúblicas soviéticas? ¿Puede existir el peligro de que personas comunes y corrientes contribuyan a la proliferación de armas por iniciativa propia? Cuál ha sido la posición de la administración Bush frente a estos problemas? Son estos algunos de los interrogantes formulados1 a Daniel Ellsberg, antiguo funcionario del gobierno de los Estados Unidos investigador asociado del Centro de Estudios Psicológicos de la Era Nuclear de la Escuela de Medicina de Harvard.