Las relaciones entre EEUU y América Latina están llamadas a profundizarse y a asumir una nueva dimensión en este fin de siglo. La coyuntura global favorable a la conformación de bloques regionales, el aumento del comercio mutuo en la última década y el crecimiento de la emigración latinoamericana hacia el norte del hemisferio, entre otros factores, hacen que América Latina adquiera cada vez más relevancia ya no sólo en la agenda de seguridad norteamericana sino en la escala de sus propias prioridades económicas.