La gran recesión europea es consecuencia de una cadena de errores que tiene su origen en la propia política del euro, que se edificó en los años noventa y que se realizó desde la preponderancia de la Unión Monetaria sin ahormar una verdadera política de liquidez, cuyo mando reposaba en un organismo independiente sin ninguna legitimación democrática, el Banco Central Europeo. El déficit democrático de la Unión Europea se manifiesta ahora imponiendo una salida a la crisis con recortes y ajustes que se basan en un diagnóstico falso, que asegura que la deuda soberana nació del derroche fiscal.