Son numerosas las causas de la práctica penal moderna en las que, junto a los autores, se atribuye también responsabilidad penal a otros intervinientes que realizan aportaciones esenciales para la ejecución del delito. En estos casos de responsabilidad por la cooperación necesaria en el delito suele ser determinante de la resolución el conocimiento que se pruebe que tenía el partícipe en relación con los hechos del autor. A partir de la idea de la participación como una integración en el injusto de otro, el artículo analiza qué conocimiento debe probarse que tenía el partícipe, y por tanto cuál no es necesario, para atribuirle responsabilidad penal.