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Enrique Macián Cardete
La empresa, como ente en constante cambio, experimenta las características y propiedades de todo ser vivo. Por lo tanto, está sujeta a una evolución, necesita de cierta vitalidad �de energía para sobrevivir. La viabilidad de una empresa le viene dada por condiciones en su mayor parte externas (sus clientes, sus accionistas y la comunidad donde radica) y también internas (dependiendo de sus relaciones con sus empleados). En este contexto creo que es importante comprender tanto la evolución de la empresa, y las características dominantes durante los últimos decenios, como la forma en la que tuvo que ir adaptándose a las condiciones externas cambiantes en el ámbito socio-económico. Por ello, entender el origen y las consecuencias de la actual crisis económica y financiera es importante e implica nuevas necesidades de adaptación por parte de la empresa al nuevo entorno surgido de la crisis. Esto supone una ruptura importante con el devenir de la empresa en las últimas décadas. También, la viabilidad empresarial, las condiciones para subsistir y crecer, se ha visto grandemente impactada. La posibilidad y las condiciones financieras para la obtención de créditos han sufrido cambios de enorme importancia y la preservación de la liquidez (�cash�) ha pasado a ser un tema prioritario comparado con la historia reciente. En el contexto actual hay una clara ruptura respecto al proceso evolutivo empresarial de las últimas décadas. La gestión de la empresa debe centrarse, como mínimo, en los siguientes puntos, para poder conservar y renovar su vitalidad y viabilidad y adaptarse adecuadamente en su proceso evolutivo: liquidez financiera, crecimiento, innovación, internacionalización, intensidad en la gestión, control en tiempo real, organización con confianza en sí misma, relevancia del departamento de recursos humanos y cualidades de liderazgo
