Estados Unidos se ha caracterizado por dar respuestas desproporcionadas ante las agresiones sufridas a lo largo de la historia sin llegar a alcanzar siquiera la primitiva ley del talión, que en su momento fue un elemento civilizador debido a que limita la venganza a una cierta proporcionalidad ante el daño sufrido. La segunda guerra de Iraq ha sido un caso más de esta política desproporcionada, con el agravante de que se ha hecho sin motivos justificados probados.