La situación geoestratégica privilegiada de Afganistán fue la causa real de la respuesta militar de los Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre. Este país, convertido para la opinión pública occidental en refugio de peligrosos terroristas islámicos, es el camino inmejorable para los oleoductos que pueden transportar los hidrocarburos del Golfo Pérsico hacia Asia, o del Mar Caspio y el Cáucaso hacia el Índico. Por ello, Estados Unidos no dudó en emplear su poderío militar para afianzar su poder en la zona, instalando un Gobierno "amigo". Un año después de la guerra, las deterioradas condiciones de vida de los afganos han variado muy poco.