España tiene un grave problema de sostenibilidad fiscal. Los déficits fiscales registrados en los últimos años se han podido gestinar gracias al reducido stock de deuda pública con el que llegamos al inicio de la crisis. Sin embargo, los colchones de autonomía de esa deuda reducida se están agotando. Ello nos aboca a mejorar los saldos fiscales en plena recesión, contribuyendo así a la caída de la demanda interna. La principal causa de este problema es que la recaudación global en España es muy inferior a la de los países de nuestro entorno, lo que hace necesaria una revisión a fondo de la política fiscal actual.