En este artículo se abordan los rasgos que distinguen a la pintura argentina en un universo cada vez más integrado y sujeto a códigos globalizados. La autora comenta la evolución de la pintura nacional en términos de una expresión artística que desde sus orígenes se nutrió de escuelas y movimientos originados en diversos puntos del planeta, pero que, sin embargo, siempre conservó su identidad y su particular cosmovisión de la realidad.