El Estado de las Autonomías español, surgido de la Constitución de 1978, constituye un modelo avanzado de organización política y territorial de la diversidad. Supera al modelo federal en su capacidad para resolver conflictos de integración en el seno de un mismo Estado, configurando una organización descentralizada y unitaria a la vez. Su desarrollo necesita de un diálogo permanente entre el autogobierno de los pueblos y un Estado fuerte capaz de mantener sólidas estructuras de solidaridad política, económica, social y cultural.