La política de seguridad de la Unión Europea debe mantener un equilibrio entre el "poder duro" de la fuerza militar y el "poder blando" que proporcionan los medios diplomáticos, económicos y finanacieros. La Unión Europea tiene que situar el centro del debate sobre la seguridad en el compromiso del multilateralismo y la legalidad internacional que representa Naciones Unidas.