El ataque terrorista que destruyó las Torres Gemelas y causó importantes daños en el Pentágono fue un acto que no tiene justificación alguna y ante el que había que responder. Pero, aunque la tragedia fue de gran magnitud, los Estados Unidos no pueden enfrascarse en una guerra de castigo unilateral contra los países que componen lo que Bush llama el "eje del mal", desvirtuando la actuación internacional contra los movimientos terroristas y convirtiéndola en una guerra abierta de devastación de territorios y poblaciones civiles.