Si algo está quedando claro en los actuales procesos de globalización son, al menos, dos cosas. Primero, que globalización y migraciones internacionales no son dos fenómenos inconexos. Los actuales flujos migratorios guardan una estrecha relación con el tipo de globalización que estamos construyendo. Son la imagen deformada de sus propias contradicciones. Segundo, que globalización y afirmación identitaria no son fenómenos excluyentes, sino íntimamente relacionados. Mientras la globalización siga siendo fuertemente asimétrica, los inmigrantes seguirán llegando y formando minorías étnicas en el corazón de Europa. Por tanto, y como consecuencia de estos dos procesos, los principios axiológicos que han cimentado desde el siglo XVI la conciencia europea, están siendo puestos a prueba por la presencia de culturas diferentes.