La amplia zona geográfica del Caribe se complejiza por la multitud de Estados insulares y ribereños que la componen; de muy diversas culturas, idiomas y estructuras económi-cas. A pesar de lo cual, este área se encuentra relativamente avanzado en un proceso de integración que comenzó al crearse una zona de libre comercio (Carifta, 1965), que tras una serie de ajustes se transformó en el Mercado Común del Caribe (Caricom, 1973). Esos pasos significaron un indudable progreso sobre la anterior situación de fragmenta-ciones de todo orden, con la prevalencia de las relaciones económicas con las antiguas metrópolis sobre las zonales. Posteriormente, el proceso integratorio se vio reforzado por el hecho, políticamente significativo, del nacimiento y desarrollo de la Asociación de Estados del Caribe (AECA, 1994); con pretensiones geográficamente más amplias, pero con menor instrumentación económica que el Caricom.